miércoles, 14 de noviembre de 2007

La flojera que mueve al mundo.

Seamos realistas. El mundo que ahora vivimos no sería el mismo sin la existencia de grandes figuras del pasado sin embargo sería completamente inexistente sin los grandes flojos del ayer. Y es que si no hubiera existido una persona que al contemplar el interminable número de escalones que tenía que subir para llegar a determinado piso le hubiera provocado una inmensa pereza no habría surgido la idea innovadora de inventar una máquina que nos ahorrara a nosotros tal esfuerzo físico. Si los mensajeros de antes no se hubieran revelado después de numerosas ampoyas producidas por sus interminables carreras no hubieran nacido las telecomunicaciones. Si algún escriba no hubiera imaginado una máquina hacedora de letras que lo reemplazara en su labor la imprenta no hubiera existido. A las señoras que les daba flojera calentar las cosas en la estufa o en el horno convencional las microondas vinieron a revolucionar su estilo de vida. Y como dijo sabiamente un amigo si no hubiera existido un gran holgazán que no quiso hacer nada por sí mismo nunca más jamás se hubiera inventado la computadora.
Miren a su alrededor: los coches, las cámaras, los ventiladores, las grandes máquinas que fabrican en serie más máquinas todo gracias a "la hueva".
Se podrá argumentar que los grandes inventos mencionados tuvieron como objetivo principal la búsqueda del bienestar de la humanidad y demás, pero son sólo eufemismos para decir que estas innovaciones se desarrollaron gracias a la "weba"; ya que ningún gran investigador aceptará en su buen juicio que hizo lo que hizo por que le daba flojera algo.
La flojera es menospreciada, es mal vista por las sociedades de todos los tiempos sin embargo, irónicamente es ella misma, la gran señora pereza quien nos ha hecho trabajar y esforzarnos cada siglo más y más y reitero que lo hemos hecho con la esperanza de que algún día no tengamos que hacer nada más. Una meta inalcanzable que no queremos ver.

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