Me gusta un nombre con _

Me gusta un nombre con _ (Mayúscula), o con _ (minúscula). Cómo se leerá mejor? No. Cómo se verá mejor? Me gusta el nombre. Antes lo desdeñaba, se me hacía común, corriente, vulgar, desabrido, soso, anodino y demás denostativos. Pero ahora. . . ahora tiene un dejo de especialidad que no logro soslayar.
Sigue siendo común y popular pero de alguna forma y en algún momento desprovisto de cotidianeidad me empezó a gustar.
Me gusta tanto que me parece ahora un excelente nombre para una niña. Una niña pequeña que camine o mejor, que corra por el parque, que no le guste peinarse pero lleve una diadema, una niña feliz que cuando sonría se le hagan huequitos en su carita, uno en cada extremo de su boquita, que corra y sudando se arroje a los brazos de su padre, una niña muy bonita. Incluso he llegado a pensar que me gustaría ponerle así a mi hija; un nombre con _. No sé qué vaya a opinar su madre.
Me gusta ese nombre, no sé si me seguirá gustando cuando se acabe este mes o cuando empiece el siguiente año. Pero por ahora me gusta y eso es lo que cuenta, lo que cuenta y lo que basta, por lo menos por ahora.
Lamentablemente el hecho de que me guste ese nombre es el resultado de una derrota incomprendible e inevitable. Por lo visto no puedo contra lo que creí poder. Mi devoción y admiración me orillan a lo patético y me acercan a lo ridículo. No puedo creer que me guste. No me gusta el que no me crea que me guste porque si ahora me gusta y antes no me gustaba. . .ah olviden eso!
Es por eso que en esta noche que aleatoriamente decidí que mi playera fuera del color de la noche, azul medianoche, las sombras que viven y se cuelgan de las ramas de los árboles me caen mal. Es por eso que después de casi un mes de alejarme del teclado me atrevo estúpida e irresponsablemente a escribir de nuevo sobre mis desaveniencias masculinas y mis ridiculeces cuasioníricas.
Y todo, todo porque ayer como a esta hora descubrí que me gusta un nombre, un nombre con _. . . con _ de _______.