lunes, 24 de octubre de 2011

Nostalgia de un momento que no sé dónde (cuándo) se ubica (ubicó o ubicará)

Incertidumbre. Maldita incertidumbre que de seguro ni siquiera ha de estar segura de llamarse así. Liendre zarrapastrosa. . .
La nostalgia es una especie de cuasisentimiento explotado exponencialmente en los tiempos comerciales que hoy arropan las existencias individuales de nosotros los vivos. Creo que puedo afirmar soberbia y tajantemente que todos extrañamos algo.
O alguien. O a alguien.
Ya sea que pertenezca a esta dimensión o a otra; que esté más allá de las infranqueables paredes de la realidad física o esté a una llamada, un mensaje o una leve tarifa en taxi, la persona añorada está en un lugar/tiempo diferente al nuestro y eso nos sume en una maraña de percepciones entre tristes, pero potencialmente felices, algo difícil de explicar, casi casi como el postpretérito (?) ese tiempo verbal hasta en el nombre lleva la ambigüedad.
Pero no sólo extrañamos personas oh por Dios no! Bueno fuera, extrañamos lugares, objetos, olores, sabores, vaya. . .experiencias; sí! Experiencias experimentadas por un corazón que quisiera nunca dejar de experimentarlas y que nunca jamás termina por valorar bien toda su experiencia.
Lo que le pasa al autor es que no sabe si extraña realmente esas notas, sonidos, olores, palabras y situaciones pasadas de un pretérito juzgado casi siempre como mejor o realmente lo que tiene es una draconiana impaciencia por vivir una existencia solaz, total y triunfante en la que las pequeñas alegrías pasadas terminan de germinar y florecen en un ramillete de hermosas y felices experiencias. No sé bien si hay esperanza o sólo llanto por el bello jarrón chino que yace violentado y despedazado sobre la alfombra.
Qué Dios nos ayude a todos pero sobre todo nos de fuerza y sabiduría. Amén

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