domingo, 1 de enero de 2012

Página 1 de 366

Y es que no puedo dejar de quererte, no puedo dejar de pensar en ti. Las noches dejan de ser noches si no estás aquí.

Aún no logro saber porqué aquí, porqué aquí y porqué ahora. No me gusta este clima y desde nunca Tokyo ha sido de mis ciudades favoritas, cinco décadas vividas y gastadas de este "nuevo" (cada vez más usado) milenio. Sigue haciendo calor y encerrado en un cuarto de hotel sumamente lujoso (los amplísimos 4 metros cuadrados lo evidencian) me paseo por el cuarto, sin pantalones, con una elegante camisa de manta blanca aún abotonada. La vida pasa y yo en ella intento que no se me pase nada.
Muchas cosas han cambiado en los últimos años, es por eso que he aprendido a ocuparme sólo de aquellas que no lo han hecho o lo han hecho muy despacio. Me gusta escribir, y dicen que soy bueno, me gusta también hablar y convencer a la gente, parece que también soy bueno en eso. No me gusta el saber que tengo sobre mis hombros el "despertar espiritual" de toda una generación como dicen algunos de mis pocos amigos y de los críticos que son eso y no mis amigos. Solo soy uno de esos raros empresarios artistas que de vez en cuando se hastían de todo en el mundo y prefieren ver la basura en las calles como Phillip K. Dick. Y es que es mejor en las calles que en la casa de uno. Siempre lo he dicho.
El mundo decae, si fuera una mesa diría que le queda pata y media cuando mucho. En el inconsciente colectivo reposa la clara y definida idea de que este año será uno de los últimos o sino el último. Sin embargo los lubricadisimos engranajes de la oferta y la demanda siguen moviéndose sin que ninguna conciencia apocalíptica los amedrente y los alente, todo lo contrario, la gente sigue preocupándose y gastándose por las cosas más intrascendentes desde mi punto de vista artísitico (lo que pasa es que soy un artista).
Familia, valores, trascendencia, rectitud y moralidad son constructos cada vez más en desuso por la mayoría poblacional, todos casi, muy jóvenes. 
Sin embargo como en toda etapa histórica hay una minoría resistente y desencantada que añora con más vehemencia todo lo que el mainstream deshecha de sí. Yo no los inventé, pero resulta que algo de lo que he escrito les ha gustado y me han nombrado "el último apóstol del romanticismo" bah! En verdad me interesa tener siempre crédito, sino cómo puede uno financiarse sus "romantiquerías"?
A veces estoy harto. Hay veces como anoche que no quería hacer nada, reegué contra todo, contra mi reciente a inoficial cargo y no quería hacer lo que nací para hacer.
Yo quería escribir otra cosa, yo quiero soñar otra cosa pero no puedo amigos lectores. De eso se trata no? Por eso me quieren? Por sincero y sarcástico. Pero no se puede lo segundo sin lo primero.
Resulta que como los pronósticos son adversos, y como más de mil millones de lectores me siguen en vivo debo yo proclamarles esperanza para que sus actividades restantes de este año fatídico (casi último) sean más agradables o por lo menos estén más motivados.
Saben qué? No quiero. Motívense a sí mismos haraganes.
Sin embargo ese compromiso sacrocelestial casi, me arrebató y con una daga cercenándome las entrañas (no literalmente pero sentimentalmente . . .pff) les prediqué con el heroísmo de esos predicadores misioneros de inicios de siglo que arengaban entre las diferentes guerras a sus contadísimos feligreses con la misma ferocidad que cualquier fusil de asalto, les di las palabras que necesitaban y en las que he estado trabajando en éstos días y estoy seguro que les cambiaron el año para bien.
Me alegra confesarlo pero saben qué? No me gusta esto. No me gusta para nada, de hecho lo maldije casi. Hace ya varios años un amigo fallecido ahora, me intentó compartir de sus creencias, era algo cristiano (sé que este término les confunde más de los que le define) y decía cosas muy pero muy "románticas" de hecho he de confesar que muchas de sus frases las adapté y se las compartí en varios de mis blogs pasados y readcasts, pero de entre todas sus locuras románticas jesuíticas recuerdo bien algo de un propósito y de una misión, unción, visión, etc. Y yo creo (romanticism spoiler alert) que efectivamente todos los hombres nacidos de mujer (y los otros también) tenemos un bendito propósito que cumplir y el mío ha de ser ese, he de cargar mi equis y escribirles romanticismo a ustedes la (cada vez más probable) generación viviente.
Pero lo triste es jóvenes terrestres y selenitas, que mi confesión de año es que me duele el no poseer lo que describo. Si tan sólo tuviera un poder y pudiera hacer que fuera real, de verdad. No importa cuánto escriba o deje de hacerlo, no importa lo que piense, las horas  de sueño deprimido, los premios, los ingresos, sus comentarios, los tanques de oxígeno, nada. Nada de lo que tengan o tenga yo podrá jamás ser suficiente pues. . .lectores. Muero de amor, de amor que no tengo y nadie sabe si tendré. Esa convicción de la que alguna vez les hablé me ha abandonado de una manera traicionera e impresionante.
Si a parte de sus créditos, e interacciones pudieran darme algo así como las plegarias que manejan algunas creencias, si de alguna forma pudiera yo creer en algo sobrenatural porque. . .no puedo dejar de quererte, no puedo, no quiero dejar de pensar en ti. . .

Tokyo 2056

No hay comentarios: