lunes, 23 de julio de 2012

En breve. . .

Y cuando el ministro preguntó él pudo escuchar el tremendo grito de "¡Yo me opongo!". Fue un grito fatal que retumbó en toda la sala y manchó los ventanales de sangre, rasgo todos los vestidos y cortó el aire en pedazos. Inmediatamente el ministro sentenció "Los declaro marido y mujer". Lástima que sólo él, en la decimotercer banca, fue el único que escuchó los gritos de su corazón.

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