viernes, 28 de diciembre de 2012

La corrupción de lo hermoso

Ángeles revoloteaban sobre aquellos dos. Aunque separados, los unía en sus corazones la confianza irremplazable, inconmovible e indescriptible de saberse y sentirse amados, uno por el otro respectivamente. Las bondades del amor verdadero los perseguían, las virtudes del sacrificio de priorizar la existencia de otro por encima de la suya les bendecían y les hacían ser felices siempre. 
Pero todo cambió (o dejaron que cambiara).
Se ha dicho siempre que lo simple es hermoso, por lo que, cuando aparece la complejidad la fealdad también se hace presente y lamentablemente el amor cromado que hacía posible la relación de Kiyoaki y Satoko comenzó a ser complicado. Y cuando las complicaciones se apilan y son algo así como cinco o más la debacle es casi inminente.
Injusto sería hacer partícipe de este desgarre emocional a la distancia pues al principio y en varias ocasiones su ubicación geográfica ya había sido distinta y habían hecho realidad aquel adagio occidental que dice que "la distancia es al amor como el viento al fuego, extingue el superfluo pero aviva el intenso"; no, lamentablemente así como su romance fue construído sólo por ellos dos, la culpa de la derrota también se repartía en partes iguales. En cuanto se separaron en Tokio la degradacion comenzó. 
Al pertenecer ambos a cierto círculo (o polígono) social era obvio que hubiera multiples relaciones en común con conocidos y amigos de ambos, y lamentablemente a través de este medio consistente en terceras personas Kiyoaki se enteró de la interacción que hubo entre Toru y Satoko justo al otro día que el partió hacia Shiso. Interacción fortuita y por demás mínima pero que sirvio como válvula de escape para todo lo que se ocultaba bajo las caricias y las palabras dulces de ambos. Satoko sabía que si había una persona que era considerada non grata para Kiyoaki era precisamente Toru (ese muchacho alto, delgado, fornido de piel blanquísima y cabello negrísimo) por aquellos episodios que tuvo que ver con él en el internado hace algunos años, ella lo sabía pero ansiaba dentro de sí que Kiyoaki se lo expresara directamente que le dijera "ese tipo me cae mal" y sentirse celada, sentirse propiedad de alguien, sentirse capaz de nublar el racioinio de un hombre y provocar sentimientos malsanos por un amente anterior, Satoko anhelaba eso pero Kiyoaki trataba de no ser fiel a sus propios ideales anticuados (así los llamaba Satoko) y pretendía ser un compañero sentimental moderno que no daba pie a conceptos tan en desuso como los celos. Kiyoaki soñaba despierto con traspasar a Toru con una katana (objeto también antiguo) cada vez que su memoria (o Satoko muy adrede) lo resucitaba. Pero queriendo simpatizar con la moderna Satoko ocultaba su verdadero resentimiento en un esfuerzo de agradarle más a ella y conformarse a su personalidad. Pero esa vez fue demasiado y el completamente aleatorio encuentro de Toru con Satoko en la casa de los tallarines flotantes y compartir con él el brunch (un amigo en común que salía de ahí en ese instante los vio y le comentó a Kiyoaki) fue la aguja que reventó el frágil globo de la farsa de Kiyoaki que contenía ira y resentimientos, y con tanta presión Kiyoaki se exasperó y su imaginación se embotó y se creyó sus propias mentiras al extrapolar los hechos e inventando pérfidas historias infieles e inexistentes. Pobre Kiyo, debió de haber hablado directamente con su querida Satoko hace tiempo y no hasta ahora con una pantalla y lejos de ella. Satoko aunque en la pantalla se oía y se veía molesta por dentro era inmensamente feliz, se regodeaba al ver la cara furibunda de su amado y se jactaba de su victoria diciéndose a sí misma "yo sabía que estaba celoso", pero sin saberlo (como casi siempre) Satoko se estaba metiendo en terrenos complejos, terrenos donde habitaba la maldita confusión y mientras estaba discutiendo con el joven del kimono en su pantalla se le ocurrió que esta sería una excelente oportunidad para "darse un tiempo" y descansar un poco de su anticuada pareja y sus gustos estrafalarios porque de ese mismo crimen era culpable la bella Satoko: tampoco había sido del todo sincera, pues internamente no compartía los ideales del siglo pasado que Kiyoaki enarbolaba casi a diario. De repente se le había hecho lindo haber encontrado a un hombre que hablara de modales, caballerosidad y conceptos tan ambiguos hoy en día y como toda novedad y rareza tienen un brillo inicial fue atractivo para Satoko pero esto resultaba ser algo muy alejado  de una compartición de ideales, en su interior Satoko pensaba que Kiyoaki estaba loco pero no le comentó nada nunca porque...¿para qué hacerlo? Además, ¿que no era obvio que ella no creía en nada de lo que Kiyoaki siempre peroraba? ¿Que Kiyoaki no se había dado cuenta de que ella no compartía sus ideas raras? además si él lo sabía (según Satoko) y no había dicho nada hasta entonces ¿No podía Satoko dar por entendido que él no tenía problema en que ella no creyera ni un ápice de lo que él creía? Aparte ya había sido mucho tiempo y muchas las ocasiones en que Kiyoaki se había convertido en una molestia y un obstáculo para sus múltiples eventos sociales con sus amigas hijas de los amigos de su padre. Ya se había cansado de que Kiyoaki aprovechara cada momento para expresar su "condena para con el estilo de vida de la juventud del Japón del 2050", ya había sido demasiado. ¿Lo quería? Claro que lo quería, ni siquiera ella sabía cuánto lo quería pero en ese entonces no lo sabía no quería saberlo y se decidió a comunicarle con tres frases y un meneo de cabellera que su relación había terminado. Porque Satoko pensaba que tenía que seguir con el guión socialmente establecido en el que ella como mujer esplendorosa debía hacerse respetar y abandonar a ese maniático celotípico, además ¡Ya iban dos veces segidas que la dejaba plantada en el último mes! Esto definitvamente tenía que terminar. (Hasta esa excusa hubiera sido mejor pues otra razón se asomaba tímidamente dentro del corazón de  Satoko y era que ella misma no se creía capaz de poder despertar en un hombre como Kiyoaki un sentimiento tan profundo y genuino) Desafortunadamente Kiyoaki había escuchado un discurso similar en el cual se le invitaba de la manera más atenta a abandonar a esa insensible y soberbia arpia que sólo pensaba en sí misma y hacerse respetar y valer como el hombre que era.   
"Ya tuvo su oportunidad" se decía Satoko, "No es justo que me esté desgastando así" se decía Kiyoaki. "Soy muy joven y muy bella para estar con ese tipo", "Es muy hueca y superficial, no creo que me entienda",  "Estoy hart@, no puedo más" y demás mentiras baratas y repetitivas se regalaban a sí mismos.
Pero a pesar de todos estos demonios alados (pues se mueven con rapidez) su amor aunque dañado seguía vivo, el golpe definitivo y funesto fue cuando se abandonaron a su mediocridad y ambos bajaron los brazos al mismo tiempo. Obviamente había habido peleas y discusiones con anterioridad pero siempre uno era más fuerte que el otro, se permitía cargar con más dolor y menos orgullo y hacía las gestiones necesarias para salvar la relación y el otro no tenía opción mas que acceder embelesado por el espectáculo de amor rutilante que el otro le había obsequiado. Pero esta vez ambos fueron engañados mutuamente, uno por el otro, y decidieron abandonar la paciencia y abrazar la valentía de recuperar su soledad y cometer el crimen más humano y más mortal de todos: mentirse a sí mismos. Mentirse y no ser sinceros consigo mismos, engañarse los dos pensando que sus diferencias, vicios y defectos eran más grande que su amor pero no era así, su amor lo podía vencer todo. El verdadero amor siempre puede.
Y en el momento en que ella decidió irse y él no volver para buscarla los ángeles que les acompañaban (a veces para cuidarlos y a veces para divertirse) murieron ofuscados ante la avalancha de maldad que entró cuando la fortaleza de su amor fue derrumbada por completo.
Cuando ambos resolvieron eso el sol se enfureció por la estulticia de estos dos jóvenes que lanzó furibundo un rugido flamífero de ondas  magnéticas y eléctricas que con el tiempo arrasaría a todos los archipiéagos del pacífico. Sería así como moriria el último amor sincero del Japón y con él toda la nación. El sol estalló y después la nieve llegó.

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