Juré que dos existencias no serían más que una sola mientras la gaviota
amara el mar, mientras el girasol buscara el sol. "Vos y yo -dije-
seguiremos unidos por la eternidad". Querida amiga, aquellos días se
fueron, se acabaron: el hilo del amor queda ya hilado.
Levanta los ojos hacia aquellos álamos que se mecen al veraniego aire.
Aquí en el valle, jamás brisa alguna desparrama el vello del cardo; pero
allá abajo soplan los grandes vientos nacidos en mares poderosos, donde
se oyen misteriososo murmullos y donde nuestros espacios son azotados
por las olas.
Mira hacia arriba, allí donde la blanca gaviota lanza su grito agudo.
¿Qué es lo que ve y que nosotros no vemos? ¿Es una estrella o la luz que
centellea en algún barco que navega rumbo a puerto extraño? ¡Ah! Si
fuera verdad que pasaríamos nuestras vidas en tierra de ensueño, ¡Cuán
triste sería ello!
Querida, en estos lugares ya nada nos queda decir, expecto que un amor
no está perdido nunca. El ápero invierno apuñalaba el seno de mayo, pero
sus rosas escarlatas hacen estallar los témpanos. Dos naves sacudidas
por la tormenta encuentran abrigo en alguna bahía, y a nosotros nos
sucederá lo mismo.
Por ahora sólo podemos besarnos de nuevo y separarnos. ¡Ah! no
existe cosa a la que no pudiéramos enfrentarnos. Me queda la belleza, tú
tienes tu arte. ¡Ah! ¡No te detengas! Un solo mundo no basta para dos
seres como tú y como yo.
O.W.
O.W.
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