lunes, 24 de octubre de 2016

Botánica





Su belleza era proporcional
a su tristeza.
Y estaba muy, muy triste.

A simple vista parecían gotas
inocentes de rocío, pero las que
resbalaban desde sus pétalos
hasta sus hojas eran ácidas lágrimas
de dolor.

Aun así, el tiempo pasará y los fríos
labios del viento secarán su cuerpo
y su tallo con fríos besos de otoño.

Y aunque el invierno nos invada
con sus fieras garras de hielo y nieve
callando a los pájaros
y derribando los sueños,
ella no fenecerá,
su belleza triste la salvará.

Porque llegará el verano
son su paso húmedo y risueño
y desde sus semillas se oirá más
y más clara la canción hecha
de colores.

Que pintará de alegría su tristeza,
de sueños sus pétalos
y de risas sus hojas.


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