martes, 30 de octubre de 2007

Cadáveres para el desayuno.

Este título lamentablemente ya ha sido usado para un buen artículo publicado por el periódico independiente y alternativo “La Rocka” en su número 61.

En el se entrevista al sociólogo belga Armand Mattelart cuestionándole sobre las causas de la difusión de la violencia en los medios masivos de comunicación.

Y es que no sé ustedes pero yo encuentro que en estos días es muy común despertar, encender el televisor y escuchar deprimentes historias sobre asesinatos, violaciones, homicidios colectivos, robos violentos y demás atrocidades propias de los humanos.

Pareciera como si a la sociedad le placiera el ver tan atroces espectáculos. Sin embargo tal parece que tan descabellada afirmación es cierta; para confirmarlo solo basta ir a un puesto de periódicos y revistas y contar cuantos rotativos cuentan con una imagen sangrienta en sus interiores.

Recuerdo que en un cuento de ciencia ficción titulado “Los antiguos mexicanos a través de sus ruinas y sus vestigios” escrito por el mexicano Gonzalo Martré, el cual se desarrolla en el año de 2910 y narra como unos científicos tratan de conocer la cultura mexicana, extinta desde hace cinco siglos según el autor, a través de los vestigios que dejó la civilización azteca. Uno de ellos consiste en una colección de 52 números de la revista “Alarma”, al estudiar estos documentos un científico cree haber encontrado la causa de la extinción del pueblo mexicano: se habían extinguido asesinándose mutuamente por causas baladíes. Esperemos que la ficción se quede sólo en eso, ficción.

Rostros desfigurados, cuerpos calcinados, decapitaciones, mutilaciones, sangre y más sangre. ¿Acaso soy el único a quién le asquea todo esto?

En Poza Rica mi mejor amiga me ha confesado las pesadillas que ha tenido después de ver las monstruosas páginas interiores de “La Opinión: El mejor diario de la zona norte de Veracruz”. En este fabuloso periódico a menudo se pueden ver cadáveres putrefactos encontrados en los ríos, familias ensangrentadas después de un accidente automovilístico, el rostro de un niño después de ser atacado por un perro, etc. Imágenes no muy gratas para tomar el café en la mañana.

Una explicación que da el mencionado sociólogo belga es que los medios desean tener un público “alfabetizado” que sea capaz de ver cosas que antes se prohibía ver. La verdad no entiendo las ventajas de un público insensible al dolor y sufrimiento humano. Y no veo la forma en como frenar este decadente fenómeno. Yo por lo menos cambio de página y escribo en mi blog.

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