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Salgo a pasear.
Salgo de noche a cazar la inspiración,
a coquetearle, a invitarla a cenar.
Salgo tarde y de noche, caminando, vagando,
queriendo encontrarte.
Con mis dedos fríos y mi voz forzada de barítono
subo escaleras angostas y estrechas.
Salgo a pasear.
Salgo a pasear y ahora me siento aquí
en esta banca verde muy oscura
bajo la luz blanca de un farol que me impide ver el cielo,
miro hacia abajo entonces,
colillas de cigarro atrapadas en los intersticios de las baldosas,
mientras más caminamos sobre ellas más las hundimos;
veo edificios como árboles, imponentes
pero que no pueden moverse.
La luna montada en el techo del cielo,
el verde del pasto luchando por opacar
la basura abigarrada.
Gente caminando hacia todos los sentidos,
sola y acompañada.
La cruz azul luminiscente en lo alto de un árbol de concreto irrumpe con la vacuidad del panorama
Si tú vivieras como antes de seguro aquí estuvieras.
Los vehículos que van de luces rojas
Los vehículos que vienen de luces blancas.
Un hálito verde surca el derredor.
Las antenas de los cerros contemplan impávidas
la vida de la ciudad
En una calle estrecha conversan edificios modernos y antiguos, y payasos, muchos payasos...
De repente me descuido y todos se han ido,
las bancas se han vaciado,
pensaba encontrarte pero no lo hice
pues poco faltaba para que tú me encontraras a mí
aquí, paseando.
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