lunes, 30 de mayo de 2011

El niño que me enseñó teología

Hace ya varios días, recuerdo que meditaba vagabundo y vagaba meditando por las ocres y viejas calles de esta ciudad. Realmente buscaba una respuesta que me revelara aunque sea a medias la explicación de porqué estaba en una situación tan desventurada como la que sentía me llevaba en sus hombros. Y fue entonces cuando me invadió esa situación (que a todos nos invade al menos una vez en la vida) en la que necesitaba urgentemente irrumpir en los terrenos celestiales y exigir una audiencia con la divinidad misma que se supone sabe el porqué, el cómo y el cuándo de todas las cosas.
Para esto, según yo, necesitaba un lugar apacible que me extraviara de los ruidos vulgares y visiones comunes que distraen el pensamiento. Estaba lejos de casa (muy lejos realmente) y se supone que esperaba en una hora más o menos la confirmación o declinación de una reunión así que no lo pensé mucho y entré en una pequeña y antigua capilla (realmente no estoy seguro si era una capilla pero desconozco las denominaciones y jerarquías de edificios católicos). Una vez adentro acallé todas esas infantiles inquietudes que me reclamaban el estar ahí diciéndoles que yo rogaba a Aquel que estaba dentro de ese edificio aunque hubiera múltiples imágenes antropomorfas que competían sin realmente hacerlo por la fe de las personas, les dije que Él estaba dentro del edificio simplemente porque había entrado junto conmigo.
No relataré sobre mi propia conversación porque tal vez no interesa al lector y porque esta entrada no se trata de mí en absoluto no señor, comenté lo anterior sólo para poner en contexto al que me lee.
Momentos después de mi inusitada entrada a la parroquia cayó una granizada extraña y traicionera: a pleno sol y sin lluvia que lubricara los golpes secos del hielo de arriba que golpeaba inmisericorde banquetas, parabrisas y personas.
De inmediato varias personas entraron al sacro inmueble, buscando refugio simplemente.
Entró también una madre con un bebé en brazos envuelto por completo en una cobija y junto con ella el hermano mayor del o la bebé, vistiendo tennicitos y playera de spiderman y si mal no recuerdo una mochila de ben10 en la espalda.
Era un pequeño cuya curiosidad era tal que se le desbordaba por los ojos. Apenas lo vi y me llamó la atención porque tenía ese espíritu indómito que va por respuestas sin miedo a hacer preguntas en voz demasiado alta o en lugar inadecuado como en el que ahora se encontraba.
No escuché bien las primeras frases pero me llegó bien claro la siguiente:
"Dónde está papá Dios?" No tuve mas que sonreir discretamente pues preguntó tal y como lo hubiera hecho alguien que entra en un baño y no ve de primera instancia el retrete. El niño esperaba encontrarlo pero no lo identificaba; movía la cabeza de aquí para allá mientras caminaba erráticamente seguido por la madre preocupada de que hicera alguna travesura de las que se veía que realizaba con frecuencia.
Me impactó tanto la pregunta y la actitud de este niño porque esta pregunta y sus actos revelan algo que en algún momento dejamos de hacer: buscar a Dios. La pequeña mente del niño  se percató o le dijeron que estaba en "la casa de Dios" y de inmediato preguntó por el que supuestamente vivía ahí y se puso a buscarlo con vehemencia. Nada que ver con la actitud de la humanidad entera, la historia misma de ella es la historia de Dios buscando al hombre mientras este se esconde de Él, nos resistimos casi siempre al encuentro con el autor de nuestras vidas. No así este niño que se alejó de su madre buscando a ese Dios que el sabía que tenía que estar por algún lado.
Y en poco tiempo el niño lo encontró, o al menos eso creyó pues a la mitad del pasillo central alzó su vista hacia el frente y vio a la imagen más grande de todas erguida al centro y sobre el altar; fue entonces cuando hizo la segunda pregunta: "Porque está hasta allá papá Dios?" Doble reflexión en esta pregunta!
Primero; acaso no todos nos hemos preguntado eso alguna vez? "Porqué estás tan lejos Dios?" o como bien decía el niño al entrar "Donde estás Dios?" De alguna forma este niño también se preguntaba porqué estaba a tantos pequeños pasos de él. Y aquí yo pensaba y me decía: esa imagen está lejos de la entrada porque ahí la colocaron (algo así como la leche al fondo en los súpers) no porque Dios realmente esté lejos de nosotros, y es que lamentablemente a veces los cristianos (ojo hablo de mí mismo aquí) sin querer y sin darnos cuenta alejamos a Dios de la gente, lo ponemos lejos de su alcance queriendo que encajen con nuestros modos y métodos cuando la verdad es que Dios está al alcance de un suspiro, una sonrisa o un cerrar de ojos.
El niño llegó hasta el fondo y en cuanto llegó, alegre e inocentemente saludó a la imagen gritando "Hola papá Dios!" a la vez que meneaba con energía su manita derecha, lo hizo con tanta alegría que hasta me enojé porque la imagen no le devolvió la sonrisota que el niño le regalaba. Yo me preguntaba entonces, porque cuando nos topamos con Dios no reaccionamos como este niño? Porqué no le saludamos con un fuerte y sincero hola y preferimos darle la espalda groseramente?
Una vez saludado, el niño se calmó y adoptando una actitud cuasireverente le dijo a su mamá "Mamá papá Dios se me queda viendo!" Así es! Vaya descubrimiento! Si nos detenemos un poco y le bajamos a las actividades, las ocupaciones, los compromisos y demás podremos percatarnos de que el verdadero Dios enorme que no cabe en edificios ni templos de ningún tipo nos observa, siempre nos observa, se nos queda viendo; cuidando de nosotros a la vez que espera paciente y amorosamente a que nosotros le veamos y le saludemos.
Después de esto la mamá se acerco a él un poco apenada; afuera escampeaba así que se llevó junto consigo al niño con playera de spiderman y mochila de ben10 que me enseñó más teología en menos tiempo que nadie jamás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Realmente me encantó tu historia...puedo decirte que me sentí dentro de la iglesia...como si hubiese estado ahí...
Es bueno que retomes tu blog...
Mar.

Jediael dijo...

Muchas gracias. Uno hace lo que puede y sí realmente es bueno que uno vuelva a lo suyo. Saludos y gracias por la visita.

PD: Te conozco Mar?