jueves, 31 de enero de 2013

Fabula est vestri (Ec411)

Para Di
El cielo gris es todo lo que se puede ver sobre la gran urbe. El cielo está sucio como la ciudad. Hay nubes que no dejan pasar con libertad la luz solar y le confieren a la enorme ciudad un nocivo y artificial brillo blancuzco justo antes del atardecer. Sobre este paisaje de nubes grises y destellos plateados, de una ciudad sobre un mar grisáceo, se recorta una femenina e imponente silueta felina y exótica. Es una gran lástima que esté tan herida pues actualmente ya sólo quedan 1500 de su tipo y más de la mitad están fuera de casa.
Ella recuerda cuando vio al primero de ellos allá en la lejana y cada vez más seca África. Recuerda también cómo llego hasta la bahía desde donde observa con recelo la ciudad que tanto daño le causó. Tuvo que recorrer un largo camino de África hasta la ciudad para darse cuenta que allá o acá todos son iguales.
Su dolor comenzó en África, su hogar invadido por ese desierto que cada vez se alimentaba más y más de las tierras fértiles y que había arrinconado a todos hacía el sur haciendo para ella y su familia cada vez más difícil la existencia. Ella, que después de haber recorrido tantos kilómetros, de haber proveído el alimento para su familia tantas veces, de haber liderado tantas veces a las más jóvenes, estaba al fin cansada, y teniendo un corazón tan noble como lo suelen tener los de su especie, decidió apartarse de su familia para no ser un estorbo y empezó a buscar comida sola.
Fueron días difíciles aquellos de soledad, con el riguroso sol y la ausencia de los estanques, la fría noche, el estómago exigiendo ser alimentado y la comida escasa llegó a creer que el tiempo de alimentar al pasto había llegado, fue justo entonces cuando descubrió su regalo; a mitad del camino, como un espléndido detalle, se exhibía alimento de la mejor calidad, pero ella sabía que eso no era normal, sus sentidos alertas en los siguientes días que también encontraba esos suculentos obsequios en diferentes partes del camino le permitieron saber que alguien había puesto eso a propósito para que ella comiera, podía sentir su mirada en su espalda mientras ella comía, pudo (debió) haber desconfiado pero estando tan necesitada de alimento, y tan cansada de vagar y valerse sólo por sí misma decidió abandonarse a disfrutar el momento, el momento en que alguien por primera vez proveía para ella ¿Quién la puede culpar? 
Ese momento terminó en poco tiempo pues un día mientras disfrutaba de su obsequio diario sintió cómo una de sus extremidades se reventó desde adentro y brotó sangre y dolor a raudales, inmediatamente se vio rodeada por ellos e instintivamente quiso defenderse pero ya era muy tarde, estaba malherida y aunque lo intentó, no pudo escapar y así fue capturada y abstraída de su hogar. 
Desde su prisión veía como ellos se burlaban de ella. Vaya forma de traición; primero observaron su necesidad, la siguieron y vigilaron devotamente, le ofrecieron aquello de lo que tenía necesidad, y cuando su confianza estaba al tope, la traicionaron. La traicionaron, la hirieron, la capturaron, la golpearon y se burlaron de ella, le aventaban piedras mientras se reían de ella, estaba segura que la causa de su burla era que ella llegó a pensar que alguien se preocupaba por su bienestar pero aquellos cazadores furtivos sólo pensaban en los créditos que obtendrían cuando la exportaran al mercado negro. Esa fue la primera.
Ya encerrada, la alimentaban pero seguramente algo tenía de agregado la comida pues siempre estaba con sueño, aún así, semidormida, recordaba a alguien que aprovechando su letargo le curaba la extremidad explotada; cada día con solemne puntualidad le visitaba, le aplicaba un ungüento y le vendaba, le dedicaba unos minutos de su tiempo sólo para ella, ¡hasta conversaba con ella! En esos momentos sólo eran él y ella y en poco tiempo el dolor comenzó a cesar. Sin embargo, un día que le abrieron su prisión, llegó precisamente aquel que le había quitado el dolor junto con otro, estaba todavía medio dormida y aunque quería salir de su prisión el confinamiento le había restado movilidad por lo que sus movimientos eran lentos, de pronto sintió una descarga de dolor que desde su lomo se repartió por todo su cuerpo y asustada corrió fuera de la jaula hasta golpearse contra la pared, ya afuera veía con asombro cómo aquel que le había prodigado cuidados tan constantes y atentos empuñaba el látigo cargado de electrones sonriendo orgullosamente mientras hablaba con el otro y entendió que el veterinario sólo la cuidaba no por que le interesara ella sino porque sana podría cobrar mucho más.
De ahí fue encerrada de nuevo y su nuevo captor parecía más benévolo pues también la alimentaba y la cuidaba pero por alguna extraña razón la tenía más confinada que nunca pero sobre todo sumida siempre en la más densa oscuridad, su prisión estaba tan inundada de oscuridad que nada podía ver, cuanto más abría sus ojos más se le llenaban de tinieblas y sólo se guiaba por el olfato cuando su captor le proveía de alimento. Tanta oscuridad abatía su espíritu. Por eso fue tan feliz cuando uno más pequeño pero muy parecido a su captor acudió un día a donde estaba en un horario fuera de lo normal y permitió que la luz entrara, ¡La luz! Después de tantos días de oscuridad nada le alentaba más que vislumbrar la luz de nuevo, siguió la luz y de repente se encontró en un lugar muy amplio, muy parecido a su hogar pero más chico y menos auténtico ¡pero qué importaba, ahí no estaba oscuro! había mucho más espacio y luz que en su celda así que aprovechó para estirarse y recorrer trotando el nuevo espacio ¡Hasta el aire se respiraba más claro! Y mientras disfrutaba de la nueva luminosidad de sus espacio sintió una descarga de ardor en su nariz, y luego en el ojo izquierdo que se cerró, una más en su oreja que recogía sonidos como de risas, y luego en todo el cuerpo, con el ojo sano pudo ver a su libertador rodeado de otros chicos de su edad con fusiles cromados de los cuáles brotaban balas de pintura que buscaban impactarle para causarle dolor de nuevo, terriblemente sorprendida empieza a correr buscando como huir de la lluvia ardiente multicolor pero no hay refugio para ella y mientras recorre en círculos su nueva, espaciosa e iluminada prisión escucha las risas burlonas de su libertador y sus compañeros y se acuerda de África, llena de moretones y de manchas multicolores ruge con miedo sin saber cómo detener el fusilamiento hasta que observa con su ojo que su último captor llega e increpa a su hijo por soltarla antes de tiempo y en su ausencia, cuando los ventanales no han sido reforzados y no se ha invitado a los clientes, ella se siente salvada y se da cuenta que aunque no le permitía ver la luz su captor ha detenido el ataque demostrando ser bueno con ella, se siente salvada, pero mientras le sigue gritando a su hijo muestra a la vista un fusil aún más grande que el de su hijo y apunta hacia ella, instintivamente y en un rapidísimo acto reflejo esquiva el proyectil que perfora un ventanal viejo y es ahí por donde ella ve la forma de escapar y lo hace rápidamente, el viejo cirquero corre tras ella y al darse cuenta de que en la escopeta ya no hay dardos tranquilizantes cambia automáticamente la munición a plomo pues es lo único que le queda para evitar perder su inversión, la bala alcanza a rozarle el lomo pero a pesar del dolor la leona debe seguir corriendo mientras se da cuenta de que el cirquero realmento no llegó a salvarla.
Es así como corre por los barrios abandonados, metiéndose entre la basura y los escombros.  Olfateando el agua llega hasta el límite de la tierra firme, hasta el muelle que la separa del gran mar que la separa de su hogar.
Y a su manera y en su entendimiento maldice a aquellos seres que sólo le han mostrado el dolor, la traición y el sufrimiento. ¿Por qué tenían que existir seres así? Y sobre todo ¿por qué ella tenía que conocerlos a todos? En medio de esos cuasi pensamientos y agobiada por los moretones, las laceraciones, el cansancio de su larga travesía, la pérdida de sangre y el dolor de la herida en su lomo se tira sobre el suelo.
Unos ojos cobrizos gastados por las muchas lágrimas que los recorrieron la observan con ternura y temor desde el interior de una caja húmeda de aerodeslizador. En su infantil mirada conviven el asombro y el miedo. Hace apenas pocos años, cuando tenía hogar y padres, veía en las pantallas a los grandes felinos, y andando casi siempre en cuantro patas simulaba ser uno de ellos,  le fascinaban tanto que hasta tenía uno, su favorito; un peluche de tigre siberiano blanco de fibra sintética que en alguna ocasión decidió agregarle más colores con sus plumones pues consideraba algo triste y aburrido el blanco y negro. Claro, todo eso fue antes de la gran debacle financiera de hace dos años, antes de que bajo su ojo izquierdo brotara ese tumor maligno que amenaza con invadir toda su mejilla izquierda, antes de vivir en cajas y comer lo que sea. Ahora sin casa y sin familia, justo en esta tarde despierta amodorrado y hambriento y al abrir sus ojos se percata de que por alguna extraña y cósmica razón su compañero multicolor de muchas aventuras de su primera infancia había cobrado vida y estaba ahí afuera. El primer impulso fue salir y abrazar al tigre de colores (¿Con su edad cómo podría saber que no era un tigre multicolor sino una leona decepcionada, moribunda y furiosa?) que estaba a unos cuantos pasos de él. Pero al ver el tamaño de sus enormes garras que eran tan grandes como su cara y los grandes y filosos colmillos salientes que parecían poder atravesar su piel como cuchillo en la margarina el instinto de supervivencia imbuido en todo ser humano se activó en forma de miedo y le impidió salir y abrazar a su compañero de juegos ya crecido y le hizo querer esconderse y huir de su presencia. Tal parece ser que cuando nuestros sueños se vuelven realidad vemos tanta belleza que nos asusta.​
Sin embargo y sin querer estornuda y este pequeño pero indiscreto sonido pone en alerta a la Leona que advierte al pequeño hombrecito dentro de la caja y al verlo recuerda a sus congéneres mayores que tanto daño le hicieron e instintivamente saca las garras y le muestra sus temibles colmillos con un terrible rugido que lo asusta, sin saber él que detrás de ese acto está amontonado todo el terror que siente ella.
Pero lo que ella no sabe es que esta noche es definitiva. Esta noche la temperatura descenderá como nunca lo ha hecho. Lo que él tampoco sabe es que esta noche la escarcha caerá y su pequeño y frágil cuerpo no ofrecerá un cómodo hogar para el calor que saldrá traicionándolo y dejándolo morir. Lo que ella no sabe es que cansada, deshidratada, hambrienta y con mucho menos sangre calentando su cuerpo ni el grueso pelaje que le queda servirá para apresar dentro de sí el calor necesario para sobrevivir y a esta cazadora se le escapará la presa y morirá de frío. Ninguno de ellos sabe y ni siquiera se imagina que la única forma de vencer al frío de esta noche es abrazarse, para compartir y multiplicar su calor. Mañana será otro día, mañana las organizaciones decentes (de personas decentes que quedan) podrían encontrar a ambos y darle al niño un nuevo hogar y a la leona regresarla al suyo, tal vez estén a un paso de arribar a un futuro nuevo y brillante, tal vez eso podría pasar, ninguno de ellos lo sabe.
Tampoco saben que es realmente imposible que ambos superen esta noche pues un milagro no bastará, serán necesarios dos. Porque si sólo uno de los dos accede no será suficiente. Si ella no accede a olvidar el dolor y las traiciones del pasado pero él sí se arma de valor y se acerca a ella, terminará medio devorado y morirá primero él y luego ella; pero también, si ya sintiendo la mordedura del frío ella acepta su solidaria compañía y su tierno abrazo y decide no atacarlo renunciando así a vengar los crímenes pasados pero él no se atreve a salir de la caja, a dejar de mirar mirar las garras y dientes afilados y mejor mirar la enorme y cálida almohada salvadora que es el cuerpo de su tigre, sino camina hacia ella para traerla consigo y acurrucarse juntos bajo la caja, ambos morirán solos y fríos teniéndose tan cerca. Es imposible que ocurra un milagro doble. Si tan sólo ella se dejara abrazar...si tan sólo él venciera sus miedos y se atreviera... mientras, la noche llega…

No hay comentarios: