sábado, 11 de octubre de 2014

El libro que leí (y escribí parcialmente) se llama "Recreaciones. De la poesía al ensayo"

                                
Este es un libro especial pues mi nombre aparece en el prólogo, índice, contenido y contraportada. Algo verdaderamente nuevo.
En el 2013 un grupo (integrado en su mayoría por profesores) decidió consagrar todas las tardes de los martes de los próximos ocho meses a mirar y escuchar con detenimiento a un proyección en una sala con aire acondicionado y deficiente conexión a Internet.
Fui parte de ese grupo. Cuando nos preguntaban que qué hacíamos ahí decíamos que tomábamos un Diplomado en Creación Literaria. Cuando las clases concluyeron alguien dijo "Hagamos una fiesta!" y otro alguien dijo "Mejor hagamos un libro" y ese fue el génesis de este libro de original y artesanal portada.
Somos dieciséis autores y se escriben seis géneros: poesía, cuento, crónica, crítica, dramaturgia y ensayo así que hay de todo para todos.
Sería muy complicado comentar a todos los autores o todos los géneros así que me permitiré (pidiendo comprensión a todos mis compañeros cuyo trabajo y talento respeto por igual) señalar aquellas piezas que en mi humilde opinión destacan y constituyen el argumento fulminante para adquirir y atesorar esta colección de letras.
El libro se presenta con la poesía. En mi muy personal y novata percepción el soneto titulado "Tú y yo" de la encantadora señora Edith Chaparro, quien durante esos ocho meses me llamó Ismael el 95% de las veces que me dirigió la palabra (la disculpo porque siempre se disculpaba y levaba dulces que compartía conmigo) tiene un ritmo bastante agradable; se lee con suavidad, casi cantándolo y a pesar de ser un poema modesto con un tema clásico las letras están tan bien ordenadas que leerlo varias veces se hace tarea fácil.
El segundo poema que realzo pertenece a un líder del grupo a quien a pesar de ser Scout admiro y disculpo por su impresionante talento. Su poema se llama "De la noche" y él se llama Ramón Rosas Caro. Sus versos adornados con palabras inusitadas pero con un orden inteligentemente planeado logran recrear las poderosas imágenes que devienen en emociones. Un claro ejemplo de cuando un poeta logra el éxito.
Pasamos a la segunda sección que es una mezcla de géneros, temas y técnicas. Comenzaré con mi género favorito: el cuento.
Hay dos piezas que a mi me parecen fabulosas. La primera es una minificción titulada "Ilusión" producto del reto que nos pusiera la maestra Mónica Lavín y que consistía en observar una imagen e inventarnos una historia basada en la misma. La imagen que ayudó a que se originará este cuento redactado con precisión milimétrica como de quirófano fue la de un hombre abstraido del mundo leyendo el periódico y al lado una mujer también distante frente a un piano, Alberto Cruz nos cuenta en sólo once líneas un apasionante idilio ilusorio. La segunda, considero yo, es la mejor pieza que habita en este libro; el cuento se llama "Faustino" y está poblado de fauna y flora pozarricense y retrata, señala y exhibe de manera brutal una ficción que parece más realidad. Culmina magistralmente con un final tan dramático como cinematográfico. El cuento es simplemente impecable. 
Espacio aparte merece una excelsa pieza dramatúrgica titulada "Los espejos de Camila", escrita también por Alberto Cruz. Es un monólogo en el que toda mujer encontrará más de alguna verdad con la cual podrá identificarse y hacerla suya.
Después tenemos una colección de escritos inspirados en la realidad. "¿Quién alguna vez no ha temido miedo?" es un ensayo que aborda el miedo de manera temeraria, la corona de este escrito es una inolvidable y vergonzosa anécdota que Adriana Quezada nos comparte para ejemplificar de manera contundente uno de sus puntos. "En el centro de Bruselas" el profesor César Bernabe Domínguez nos demuestra como en nuestros días Bruselas y Papantla son ciudades cercanas, casi vecinas y nos narra cómo una señora oriunda de Papantla atravesó el Atlántico y recorrió media Europa para encontrarse con un monumento belga ataviado como los conocidos voladores que han hecho famoso a su terruño totonaca. Coincidencia cortesía de la globalización.
Florencia Castillo nos comparte un epiodio de su niñez y a través de sus ojos de niña me permite conocer un poco de la tan famosa y añorada "cancha Bermudez" emblema absoluto de la gloria pasada de Poza Rica. Su narración nos transporta a una ciudad joven y pujante que demostraba su bienestar a través de manifestaciones deportivas, ya pasaron los años, pero al final la autora nos demuestra que al menos aún conservamos los molotes como legado de nuestros mejores tiempos como ciudad.
Como comentario final creo que las líneas del cariñoso prólogo escrito por nuestro poeta editor, el maestro Andrés Bolaños, resumen muy bien la promesa que esta pequeña multitud de escritores le hacemos al lector: 
"Recreaciones narra, cuenta, describe, testifica, abstrae, divierte y entretiene (...) El lector pasará sus páginas como un paseo en la montaña rusa, en el que tendrá tiempo de enojarse, dolerse, conmoverse, atemorizarse y entretenerse en el deslinde de las emociones, estilos y aspiraciones de estos escritores que en conjunto muestran la pluriculturalidad y la multiculturalidad de un pedazo de México (...)"    

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