lunes, 25 de abril de 2016

Prólogo para ADA

Estamos de acuerdo en que el AMOR (sí con mayúsculas) es el ser y fuerza suprema que gobierna y mantiene el universo. Más fuerte incluso que la gravedad misma. Y aunque su magnitud pareciera ser más visible en las enormes e ingentes constelaciones y estrellas infinitesimalmente lejanas y grandes su presencia la percibimos también en los actos más terrenales y humanos como lo son las relaciones que tenemos, estiramos, rompemos y cuidamos entre nosotros,

En nuestro idioma, para transformar amor en verbo sólo es necesario trastocar su última vocal y repetirla por la primera y la más básica; así, amor se transforma en amar e, insisto, amar lo es todo. Es por eso que decidí, no sé si consciente o inconsciéntemente dedicarme a describir, imaginar y celebrar al amor a través de este ramillete de manifestaciones, todas diferentes y todas parecidas pues el amor es así. Un sólo amor pero muchas maneras de reaccionar ante él. 

Según lo que escribo, amor es amarse a sí mismo, es salvar un recuerdo de las garras incordias del olvido, es la capacidad de confiar, de esperar, de creer lo increíble. Amar puede también adoptar formas tan gráciles y disímbolas como el valor y el sacrificio, pero detrás de su disfraz podremos encontrar al amor también. Porque el amor lo es todo. Amor también es dolor, renunciar, dejar ir. Amor es amar más allá del bienestar propio. Lo creamos o no. Nos detengamos a verlo o no. La omnipresencia del amor es tan real y tan fuerte que tanto el universo como la humanidad misma necesitan de él para ser definidos. Y aunque el amor es precisamente tan grande como para ser comprendido en su totalidad, yo me conformo con tomar la pluma como cámara e intentar realizar estos retratos del amor de la mejor manera que mis posibilidades me permiten.

El tiempo y quien lea esto así como su trascendencia indicarán si mi labor como cuentista-capturista del amor fue exitosa o valió la pena.

Gracias por leer.

Con amor. SJBS 

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