A simple vista parecían gotas
inocentes de rocío, pero las que
resbalaban desde sus pétalos
hasta sus hojas eran ácidas lágrimas
de dolor.
Aun así, el tiempo pasará y los fríos
labios del viento secarán su cuerpo
y su tallo con fríos besos de otoño.
Y aunque el invierno nos invada
con sus fieras garras de hielo y nieve
callando a los pájaros
y derribando los sueños,
ella no fenecerá,
su belleza triste la salvará.
Porque llegará el verano
son su paso húmedo y risueño
y desde sus semillas se oirá más
y más clara la canción hecha
de colores.
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