viernes, 4 de noviembre de 2016

La Predicadora

Tengo una esposa novia amiga prima tía sobrina hermana que es predicadora. O al menos eso dice ella, pero creo que no sabe bien qué es lo que realmente hace o quién en verdad es.

Tiene una voz única; femenina y agradable pero imponente. Y yo sé que su voz es irrepetible pues logra cosas imposibles. Su voz es mágica, tiene la formidable capacidad de transformar las letras en pétalos, las tildes en gotas de rocío y los signos de puntuación en tallos delgados y firmes. Ella habla flores. Al principio va soltando sólo pétalos, que como son más ligeros, flotan por el aire perfumando el ambiente; y es que… no puede estar quieta, tiene que moverse por todo el espacio que tenga disponible. Jamás te aburrirías de escucharla, ni de verla como se asegura de perfumar cada rincón de la plataforma, altar, escenario, etc. Es como un aspersor bailante, como un rehilete de aromas, un divertido trompo parlante que riega pétalos de flores por todas partes.

Una vez que ha impregnado el lugar con la esencia sutil de sus pétalos, comienzan a escapar las flores de su boca, salen girando por el aire; por allá una rosa contenta con su corola redonda de formas irregulares, por acá un elegante jazmín que estira sus blancos pétalos como un vestido vaporoso, cerca de ella caen divertidas jóvenes bugambilias adolescentes que ríen a sus pies. Sus oyentes se emocionan tanto que al final no pueden evitar acercarse lo más que pueden hacia ella estirando las manos como si quisieran atrapar alguna. Aunque algunos las agarran conforme van brotando de sus labios, éstos son los más atentos, los más listos.

Su sonrisa es su mejor apoyo visual. Esas dos hileras  de piedrecitas blancas escondidas por sus labios fértiles y lozanos son sus mejores asistentes.

Creo firmemente que en su interior, por su corazón, hay un río joven y rápido, inquieto como ella. De sus corrientes frescas se alimentan las semillas que germinan en su corazón y que se convertirán en las flores que habla y predica. Es más, incluso ha habido veces en las que riega a las flores que ya han salido de ella con una fina lluvia que sale de sus ojos redondos y purpúreos.

Ella predica, habla, grita, se mueve, baila, canta, enseña, exhorta, inspira. Hay veces que le toca sembrar todas esa bellas flores en las personas que las atrapan y adoptan, puedes ver su cara de felicidad y paz al saber que se llevarán una o un ramillete de flores para adornar su vida; en otras ocasiones ella se dedica sólo a regar las flores que se ven medio marchitas de tan dormidas que están en las mentes de las personas, se emocionan y entre lágrimas le hacen promesas a sus flores antes marchitas de regarlas y cuidarlas todos los días y no olvidarlas jamás. Ya sea que siembre o riegue (ella sabe que es un trabajo colaborativo) su río siempre debe ser un caudal rebosante.

Recuerdo que la primera vez que vi el milagro de su voz convertirse en vida (hermosa vida floral) me acerqué aún emocionado a contarle lo que había visto, al terminar ella sólo se río simpática. Me di cuenta de que no me creyó.  Así que le pregunté a otra persona que estaba cerca y le dije “¿Verdad que cuando habla sus palabras se transforman en flores que perfuman todo el lugar?” y ella dijo riéndose “Claro que sí!” y la volteé a ver con una mirada de “¿Lo ves? No estoy loco” sólo para descubrir que la misma sonrisa simpática pero incrédula no se había ido de su rostro ¿Será que realmente ella no se dé cuenta de su don milagroso?


Yo la llamo (en secreto, pues no estoy dispuesto a que vuelva a no creerme) florista milagrosa, demiurga botánica, jardinera celestial… aunque ella se llame a sí misma, simplemente la predicadora.

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